Hoy, voy a publicar un relato que escribí para mi clase de Lengua, y que a mi profe le gustó mucho. Espero que a los que me leáis os guste también. El relato, dice así:
Era medianoche. Caminaba descalza por las calles vacías de París y, a
pesar del aire que hacía y que las aceras estaban heladas, yo no sentía frío.
Llegué al parque y me senté en la hierba húmeda, recién mojada por el agua de
lluvia. Levanté la vista y miré la luna. Estaba enorme y completamente redonda.
Luna llena. Luego fijé mi vista en el lago. El agua se balanceaba suavemente,
atrayéndome hacia ella. Me levanté y fui hacia allí. Me quedé observándola hipnotizada
unos segundos. Me agaché dispuesta a tocarla. Pero, en cuanto levanté la cabeza
para acercarme más, me quedé horrorizada y empecé a correr. Al asomarme, no
había visto mi cuerpo reflejado. Entonces empezó a llover. Al principio eran
gotas delicadas, dulces; pero luego se hizo más continuo y fuerte, hasta convertirse
en una tormenta de verano. Paré en seco. Respiraba entrecortadamente. Cuando me
tranquilicé, bajé la vista hacia mi cuerpo y volví a gritar, aunque sabía que
nadie me podía oír. En lugar de él, había una gran mancha igual que la que
había visto en el lago. Intenté apoyarme en una pared para sostenerme, pero
cuando intenté rozarla, mi mano la atravesó. Después, me desvanecí.